HACIENDA DE SANTIAGO
Desde mediados del siglo XVI, se inicia el poblamiento de lo que posteriormente se conocería como la hacienda de Santiago, ubicada al occidente del actual estado de Guanajuato y cuya extensión se prolonga hasta la Nueva Galicia.
Es aquí donde los indios otomíes llegaron a asentarse en el año de 1607 y con ello sembraron la semilla de lo que hoy es San Francisco del Rincón, quienes tuvieron el permiso de Don Francisco Camacho, quien tenía a su cuidado el lugar, ya que la dueña era una niña, Catalina Pacheco, quien la heredo de su abuelo Pedro Lorenzo.
A tenido varios dueños, los cuales han sido entre familia, esto hasta hace algunos años en que murió Sebastián García Lozano y le vendió la propiedad a un grupo de francorrinconeses entre ellos Mayo y Jesús del Moral, Ernesto Pérez, Luis Pereda, quienes a su vez vendieron tiempo después al Municipio a través de IVEG.
Aunque desde hace mucho tiempo que esta en el abandono el lugar donde crecieron los ancestros de esta ciudad.
El casco, las trojes, el pozo, los arcos, el muro con la leyenda del año en que se construyó, todo está en ruinas, pero esas ruinas son inevitablemente el cordón umbilical del presente con lo que fuimos antes, con el pasado.
Es aquí donde los indios otomíes llegaron a asentarse en el año de 1607 y con ello sembraron la semilla de lo que hoy es San Francisco del Rincón, quienes tuvieron el permiso de Don Francisco Camacho, quien tenía a su cuidado el lugar, ya que la dueña era una niña, Catalina Pacheco, quien la heredo de su abuelo Pedro Lorenzo.
A tenido varios dueños, los cuales han sido entre familia, esto hasta hace algunos años en que murió Sebastián García Lozano y le vendió la propiedad a un grupo de francorrinconeses entre ellos Mayo y Jesús del Moral, Ernesto Pérez, Luis Pereda, quienes a su vez vendieron tiempo después al Municipio a través de IVEG.
Aunque desde hace mucho tiempo que esta en el abandono el lugar donde crecieron los ancestros de esta ciudad.
El casco, las trojes, el pozo, los arcos, el muro con la leyenda del año en que se construyó, todo está en ruinas, pero esas ruinas son inevitablemente el cordón umbilical del presente con lo que fuimos antes, con el pasado.
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