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Los disfraces de la víctima y el verdugo

Los disfraces de la víctima y el verdugo

La víctima y el verdugo se disfrazan de muchas formas. A veces no tenemos a nadie a quien generarle lástima, pero eso no importa, nos tenemos a nosotros mismos.
Es decir, que la mayoría de las veces nos sentimos desdichados, llenos de infortunios, donde las circunstancias exteriores nos reconfirman cada vez nuestra sensación de desgracia.
Por eso nos deprimimos, nos sentimos solos, abandonados y golpeados. Esto es el verdugo interior golpeando a su víctima interior.
Como estos hay miles de caretas que la víctima y el verdugo se coloca; si descubres las tuyas, sácalas a relucir. Lo que quiero decir con esto es que, cuando te sientas en una situación en la que tu percepción te dice que se está cometiendo una gran injusticia, debes revisar tu vida, tu pasado.
Ciertamente, vivimos situaciones en nuestra infancia que nos colocan en este molde, sin que aparentemente hayamos hecho nada para mercerlo, olvidándonos que la vida es una línea continua de tiempo.
Pero en estos y en todos los casos y sin importar la razón, hay que entender que todas estas energías son como una droga, son vicios que por una razón u otra te mantienen buscando la compasión de los otros, como la mejor manera que conoces para recibir amor.

“Gracias pero ya no te necesito más”

Para detenerlo, una vez que lo has identificado, dile así como si estuvieras hablando con otra persona: “no te necesito para ser amado”, dile: “si tú estás aquí es porque yo hice algo que me colocó en esta situación, así que no eres víctima de nadie” ; dile: “gracias por mostrarme cuál es mi punto débil, ya te puedes ir, no te necesito más”.
Todo esto lo pone al descubierto y le quita su careta. Esto te dará gran alivio a tu actividad cotidiana, ya que cada vez menos necesitarás generar situaciones que te coloquen en esta posición para relacionarte con los otros.
Del mismo modo, evita ser un verdugo porque depués de ese papel, por ley de causa y efecto es inevitable que reaparezca la víctima. El uno no existe sin el otro.

Esto es fácil cuando te decides a afrontar tus sombras, cuando te armas de corage para hacer de tu vida un verdadero mar de positividad absoluta. Y créeme que cuando esto lo logras, el aire que respiras cambia. Descubrirte es pescar en ese océano infinito de posibilidades que es la vida.
De cualquier modo, esta pesca es un constante estado de alerta y una historia fascinante de nunca acabar. La mente tiene todo un mundo por descubrir. Observar cómo se disfrazan estos arquetipos cuando se ven descubiertos es interesante, y cuando decides salir de la víctima, se convierte en un juego.

Características de la víctima y el verdugo

La víctima es cobarde, tiene miedo de todo lo que le rodea porque todo es una amenaza, se humilla y se deja maltratar. Generalmente, una persona que esté muy viciada con la víctima, tiene como pareja a un verdugo, de modo que, esta persona recibe el fluído de su droga constantemente, con lo cual hace de su vida un tormento permanente.
Casi siempre vemos a la víctima como el bueno y al verdugo como el malo, pero en realidad no es así, el uno sin el otro no existiría. Los dos se mantienen con vida si están juntos, la droga de la víctima se la proporciona el verdugo y la droga del verdugo se la proporciona la víctima; por eso mientras más la víctima se deja humillar y castigar, más catigador y despiadado se vuelve el verdugo.
Estos dos arquetipos viven en todos nosotros, no hay una exclusividad para nadie, siempre estamos asumiendo distintos papeles, sólo que algunos de ellos están más vivos que otros, dentro de nosotros mismos.

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